Parte del Programa de Iniciativas Culturales Juveniles (ICJ)

viernes, 12 de abril de 2013

“Educación - Los padres no sobreprotegían a sus hijos”, por Humberto Pinedo Mendoza

Una experiencia que nos sirva para reflexionar sobre la enseñanza y el aprendizaje en los colegios del Perú - La disciplinada enseñanza que tuve en mis estudios de "inicial" a los cinco años con la "señorita" Mercedes fue básica para mi formación como persona. Esta educación me sirvió como escolar para ser una persona responsable y como maestro para enseñar a mis alumnos a que se comprometan con sus estudios. Aprendí mis primeras letras en la época en que nos gobernaba el dictador Manuel A. Odría.

Mi madre Maria Luisa de Pinedo me llevaba con una silletita a esta improvisada aula del Cercado de Lima. Esta maestra de barrio impartía clases a sus pequeños alumnos con mucha dedicación. Si no cumplíamos con las tareas en el aula nos castigaba con palmetas que nos hacían recapacitar. Los padres aceptaban esa actitud. Nos castigaban al final de clases con más tareas hasta que las cumpliéramos. Me hace recordar las décimas “A cocachos aprendí” de Nicomedes Santa Cruz.

En 1953 estudié la primaria en el Colegio de la Rectora. El docente Hipolito Napaico era un hombre muy serio y responsable. Todos los docentes usaban ternos y eran muy capaces. No podíamos llegar tarde y corríamos para llegar a tiempo. Si éramos malcriados nos castigaban al final de la clase. Nos quedábamos y el director nos mandaba a ranear, o a terminar nuestras tareas. Teníamos que hacerlo así fueran las ocho de la noche… y los padres aceptaban esta medida. Eran otros tipos de padres, más comprometidos, que ayudaban a sus hijos en la noche a terminar sus tareas.

Después de salir de la escuela, a diez metros, ubicábamos un prostíbulo. Nunca entendí cómo las autoridades permitieron que existiera dicho antro de perdición. En ese ambiente me eduqué y los padres de familia reforzaban las enseñanzas de los maestros y la disciplina que imponían. Por esto creo que la educación peruana se fracturó cuando llegaron a nuestra patria las benditas ideas liberales de sobreprotección. Cada niño podía hacer lo que se les diera la gana y se tenía que respetar sus bravuconadas e inmadureces. O si no se atentaban contra los derechos del niño. En la actualidad podemos ver los resultados de alumnos irresponsables, inmaduros y la deserción escolar como una justificación de que pierden el tiempo en estos centros de estudios.

En 1959 ingresé a estudiar al colegio Alfonso Ugarte que se encontraba en San Isidro. Nos gobernaba Manuel Prado Ugarteche, un estadista conservador. Viajaba en tranvía y estudié los cinco años con sobresaltos. Había un regente (señor Elias) más conocido como "Magua" y un Teniente (Moran), quienes imponían la disciplina en el colegio. Qué respeto de los alumnos, profesores y auxiliares hacia estos personajes. Aquí me decepcioné de la actitud de los alumnos en relación a su preparación. Habían buenos profesores y algunos de ellos hasta catedráticos. Pero el alumnado era de baja calidad, irresponsables, malcriados que no respetaban a las autoridades.

Estudié hasta 1966, correspondiente al primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry. Me encontré con alumnos desinteresados en los estudios que les ponían apodos a sus profesores y no los dejaban dictar sus clases. Con el permiso del auxiliar paraba en la biblioteca leyendo y ganando tiempo y acudía a mis exámenes cumpliendo todas mis tareas. Discutía diferentes temas con los docentes que respondían a mis inquietudes académicas. El status del docente comenzó a desvalorizarse. Mis compañeros de estudio estaban en la luna calentando el asiento. 

En esa época me di cuenta que la famosa educación secundaria gratuita era un acto demagógico de los políticos que gastaban el dinero de todos los peruanos con alumnos que no iban al colegio a estudiar. Terminé mi secundaria desorientado por este ambiente pandelleril. Luego, al año siguiente me invitaron a una reunión de ex alumnos. Acudían todos ellos y se reunían para recordar los insultos, los apodos y las travesuras que ellos habían hecho a sus maestros y también, dicho sea de paso, las agresiones a los compañeros. Nunca más volví porque consideré intrascendente este tipo de reuniones extra escolares. 


DESENCANTO 

Al salir a la calle postulé a la Universidad Federico Villareal y comprobé que para ingresar a dicha universidad había que ser aprista o un mediocre sobón. Comencé a desencantarme de esta realidad. Los valores que me habían proporcionado los maestros en la práctica no se cumplían. Tuve la suerte de conocer a algunos amigos poetas como Jorge Ovidio Vega en un Congreso de Poetas en Jauja. Tuvimos gratos momentos de tertulia literaria y de aprendizaje cultural.  

Gracias al golpe de Estado militar de Juan Velasco Alvarado me di cuenta que los principios de esta revolución eran cambiar las estructuras caducas de esta sociedad y la mentalidad corrupta de sus ciudadanos. Me identifiqué con ella y con su Reforma en la Educación representada por Augusto Salazar Bondy y que profesaba una educación esclarecedora, para el trabajo, para la identidad, antialienante y comprometedora con la sociedad. Creo que ha sido una de las mejores reformas para la educación que ha existido en nuestra patria.

Participé en eventos educativos y culturales y me encontré con la jauría ultraizquierdista y derechista que deseaban destruir estos cambios. En verdad a mis veinticinco años fue un golpe tremendo para mis aspiraciones. Es decir, vivir en una sociedad en donde se convivieran con hombres integrales. Esta gentuza se infiltró en los diferentes organismos del Estado y sabotearon el proceso hasta destruirlo y desgraciadamente con la resquebrajada salud de Velasco un grupo de militares desleales le dieron el golpe de Estado de 1975. Fue el felón de Morales Bermúdez quien se encargó de esta traición. 

En la época de Velasco me encontré con un Sutep reconocido legalmente, pero debido a su ultraizquierdismo pedía más de lo que podía darle el gobierno. Estos maestros calificaron de fascista a Velasco a pesar de que el los reconoció. Me di cuenta que esta organización magisterial tenía buenas intenciones para sus afiliados, pero eran muy sectarios provocando una serie de problemas educativos y huelgas. Es decir que la democracia pluralista interna dentro de esta organización no funcionaba. 

En ese tiempo paraba por San Marcos y observé la afiebrada discusión política entre apristas y ultraizquierdistas totalmente incoherentes e intrascendentes para los alumnos y escolares del país. Al desmembrarse los cambios de Velasco los maestros cumplían con sus clases pero no se formaban intelectualmente. Su cultura era marxistoide y no la ampliaban con otros criterios. Fue por esa década en que aparecieron muchos colegios particulares en donde se impartía enseñanza de mejor calidad. Los padres sacaban a sus hijos de los colegios nacionales y estos comenzaron a llenarse de alumnado lumpen, hijos de padres conflictivos con niños abandonados, pero también de buenos alumnos que deseaban estudiar pero que eran perjudicados por la mayoría de escolares anarquizados.


CHACRA MAESTRO 

Ingresé a trabajar como maestro en 1984 en el colegio Juana Alarco de Dammert. La preparación de los docentes era del texto. No había amplitud de criterio. Le echaban la culpa a los bajos sueldos. Enseñé después en los pueblos jóvenes y comprendí la falta de infraestructura educativa con la que aprendían los niños y la baja calidad educativa de muchos docentes. En esa época que brotaba con sus ideas intransigentes "Sendero Luminoso". También trabajé en el Callao tanto en primaria como secundaria. Estos alumnos tenían su propia identidad.  

Viajé a provincias y me percaté que los maestros tenían mucho más mística que los de Lima. Como también que los alumnos eran menos conflictivos y más ávidos de conocimiento. “Chacra maestro”, porque comían los temas del texto y de allí repetían a los alumnos. Si el alumno preguntaba fuera de ese contexto no sabían qué contestar o los reprobaban. Al maestro los alumnos no lo respetaban como tampoco los padres. Creían que los docentes tenían la obligación de aguantar a sus vástagos porque ellos no podían controlarlos ni formarlos.

Al aparecer la Derrama Magisterial jugó un papel importante en la formación de los docentes de todo el país. Importante aporte a los maestros. A pesar de algunas buenas enseñanzas y estrategias de aprendizajes de los docentes, los alumnos no aprendían o no les interesaban los cursos. Era la década de Fujimori que se empobreció la imagen del maestro. La aparición de la televisión con sus programas basura, luego la Internet con videos y juegos violentos e intrascendentes destruyeron la moral del docente y del alumnado. De "chacra maestro" pasaron a "chacra alumno", según ellos no les importaban que los aprobaran con once. Lo que querían era pasar de año. Por eso en una evaluación internacional de alumnos quedaron penúltimos en comprensión lectora y en lógico matemática. ¡Qué vergüenza!

En relación a los padres se quejaban que sus hijos no estudiaban y que no los respetaban. Daba la impresión que los padres les tenían miedo a sus hijos. Es decir que con las universidades privadas que aparecieron por todas partes y la baja calidad educativa de los maestros como de los alumnos se empeoró la educación. Luego vino Alan García quien subestimaba a los docentes con sueldos de hambre. Fujimori ya se había encargado de satanizar y desmantelar al magisterio y Toledo dio aumentos que no eran pensionables. Se implantaron evaluaciones cognitivas aprobadas por el FMI para el desarrollo profesional del docente. Es decir con su planteamiento demoliberal priorizaban los conceptos teóricos de una cultura de la globalización.

He cumplido veintiséis años de docente y me he encontrado con muchos esforzados docentes que hacen lo imposible para enseñar con efectividad. Pero se encuentran con la insensibilidad de las autoridades educativas que les siguen proporcionado sueldos de hambre, con medios de comunicación desorientadores para los estudiantes y con padres de familia consentidores de la malcriadez de sus hijos. Es decir vivimos en un sistema educativo donde todas las responsabilidades más exóticas se las quieren entregar a los maestros del Perú. Esta actitud desmoralizadora tiene que cambiar para el bien de todos los peruanos. Esperamos que con la nueva ley de la Carrera Publica Magisterial se pueda mejorar la educación en nuestra patria. Si no se hace esta realidad social se terminara convirtiéndose en un letargo para del desarrollo. ¡Ojalá que me equivoque!




Humberto Pinedo Mendoza (Lima, 1947) Ha publicado cuatro libros de poesía: Olguita Amando, Topus, Avizor y Convulsión. Libros de Historia Rostros y Rastros del Callao y La Historia de San Miguel. Incluido en la Historia de la Literatura Peruana de Augusto Tamayo Vargas, César Toro Montalvo y José Beltrán. Ha sido Presidente de la Casa del Poeta del Callao en 1992 e integrante de Gleba Literaria. Incluido en los suplementos dominicales del Comercio y Ojo y en la revista Olandina. Como Periodista ha trabajado en el diario Expreso, Ojo, Oriental el diario Callao y el Faro. Ha sido columnista de las páginas de Historia y Cultura de los diarios del Callao. De acuerdo a los críticos literarios Wolfgang Lutching, César Toro Montalvo y Augusto Tamayo Vargas el poeta Humberto Pinedo practica una poesía concreta de gran significado y sensibilidad social.

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