Entrevista: Ayari Lüders
¿Cómo
entiendes la poesía?
Cuestionarse acerca de la poesía me parece que es una acción necesaria en todos
los tiempos porque la poesía está en movimiento constantemente junto con el
desarrollo de la humanidad. No creo que nadie en su sano juicio quiera
aventurarse a asegurar qué es la poesía porque es una experiencia propia que
depende también de su contexto, lo que puedo decir con certeza es lo que me
provoca al leerla y los objetivos que me planteo cuando la escribo. Recuerdo que
en una entrevista Cortazar opinó que “la novela gana por puntos y el cuento por
knock-out”, eso me hace pensar que leer poesía debe ser una experiencia de vida
o muerte. Para mí, cada verso debe tener la misma finalidad que las ecuaciones
matemáticas. Es decir, que cada verso debe ser capaz de explicar una parte del
universo que nos circunda y nuestro andar humano por este mundo. Busco una
poesía libre pero acercada a su momento, a su gente, una poesía de rompimiento:
que ponga en duda toda certeza y que construya nuevos lenguajes pues, al final,
creo que ese es el primer paso para ser libres.
¿Qué fue lo que te llevó a escribir?
Me enamoré de la poesía desde niña. En los libros de lectura de la escuela
siempre prefería la poesía o las canciones: la música siempre ha tenido un
papel fundamental en mi familia y creo que lo primero que llamó mi atención es
darme cuenta que en la unión de palabras no se necesitan armonías
instrumentales para crear sonidos propios o ritmos complejos. Lo segundo fue
que una maestra me ponía a escribir cuentos desde los siete años hasta que se
dio cuenta que la poesía era lo que más me gustaba, entonces me puso a leer
diferentes poetas y comencé a escribir los primeros versos. Tenía un cuaderno
en el que anotaba las imágenes poéticas (sin saber entonces lo que era), las
palabras, las frases o sonidos (métrica y rima) que me gustaban y luego jugaba
a juntarlos como en un rompecabezas o a imitar los poemas que leía. Todo empezó
como lo hacen las mejores cosas, como un juego.
¿Sobre qué te gusta escribir?
Creo que el hilo que hilvana todos mis poemas está empapado de un enfoque
natural. Los elementos naturales juegan un papel muy importante en mi poesía,
sobre todo el agua pero siempre busco una poesía que esté inmersa en la actualidad,
no creo que la finalidad de la poesía sea la consigna de ideologías o
corrientes filosóficas, políticas o sociales. El compromiso de la poesía es con
el rompimiento de paradigmas literarios pero también con la gente de su
contexto. No puedo imaginar una poesía que sea indiferente a su tiempo. Por
eso, para mí, es importante hablar de los migrantes, de los feminicidios, la
esclavitud laboral, el mestizaje en América y la violencia en México, pero
también tengo cantos a la creación del universo y a la naturaleza, algunos son
más bien cuestiones sobre la existencia. La poesía debe ser de rompimiento y
cuestionar, eso es lo que busco.
¿Qué es lo que propicia tu creatividad?
Mis encierros poéticos incluyen muchos libros, soledad y salir a caminar. Me inventé
una metodología para escribir poesía, la llamo “lectura dirigida”: leo todo lo
que pueda sobre el tema que tengo en mente tanto poesía como artículos y me
empapo de imágenes, presto atención a los sonidos, a las tropos, a los campos
semánticos, a los colores entonces los comparo, los mezclo en mi cabeza y, una
vez que ya lo tengo interiorizado, suelto las primeras líneas. Nietzsche
aconsejaba “ no creer en ningún pensamiento que no haya surgido al aire libre y
estando nosotros en movimiento”. Me cuesta trabajo escribir en casa así que leo
y escribo en diferentes lugares y corrijo caminando. Lo encuentro muy
beneficioso, entre otros puntos, porque creo que así puedo sentir físicamente
el poema, cada uno tiene su propio ritmo y afecta mi andar. En tanto a la
soledad, una vez escribí “Nadie aprende a sobrellevar la soledad por eso hay
quienes se enferman de poesía en fase terminal.” La soledad me parece
fundamental para la contemplación. La poesía lleva muchas horas de
contemplación y reflexión antes de soltar la primera palabra; sin embargo,
tengo un taller literario con amigos escritores de mi generación de la escuela
de Sogem (Sociedad general de escritores mexicanos) donde, además de recibir
comentarios sobre nuestros trabajos, nos dejamos tareas creativas. Creo que es
muy importante para todo escritor tener un taller literario. Ayuda a no
repetirse, a ver los textos desde otros puntos de vista, a buscar nuevas formas
y a tener más precisión.
¿Tienes algún ritual a la hora de
escribir?
Me he obligado a escribir en relación a cosas o acciones. Me comparo con los
fumadores, escribo en el café de la tarde, escribo en los trayectos largos, en
las salas de espera, escribo cuando estoy sola y escribo antes de dormir.
Prefiero escribir a mano. Esa relación mental y motriz me parece maravillosa al
final es como una forma de dibujar las ideas. Tengo dos cuadernos diferentes
siempre. Un anecdotario donde escribo y reflexiono sobre el día. A veces un día
se queda en un frase, otras veces se convierte en un poema y otras más se
reproduce como virus en varias hojas. El segundo es mi cuaderno del día: es ese
que llevo a todas partes y donde escribo sin mucho orden en todos esos momentos
en los que escribo o cuando algo ocurre en mi cabeza. Hay que prestar atención
a las nuevas conexiones que hace nuestra mente son pequeños chispazos que nos
dan ideas nuevas o puntos de vista inexplorados y suelen ser ricos en
inspiración.
¿Tradición o ruptura?
La tradición, en el arte, para mí significa “escuela” o “academia” creo que
todo arte debe ser de ruptura. Personalmente no soy asidua de los experimentos
literarios presentados como la obra en sí. Yo creo que el artista debe hacer
mil bocetos, experimentar en su taller todas las horas necesarias con todas las
herramientas que pueda y luego presentar el resultado. Lo más importante
siempre será la obra y lo que le funciona. Cada obra tiene su propio lenguaje,
hay que encontrarlo y respetarlo. Si el lenguaje propio del poema es
tradicional por alguna razón, hay que explotarlo y sacarle el mejor partido
posible. Pienso que la obra debe ser libre hasta del artista y no estar presa
en sus vicios literarios o egos.
¿Poesía de la razón o poesía de la
emoción?
Hace unos días hablaba con mi amigo poeta Ruben Abel de este punto. Creo que
las dos son importantes para la poesía. No puede hacerse un poema anegado de
sentimentalismo egocéntrico con el afán de “desahogarse” sin tener una
reflexión. No creo que esa sea la función de la poesía, sino una poesía que
construya la emoción para que el lector pueda sentirla para ello se necesita de
inteligencia psicológica, emocional y lingüística. Se necesita reflexión y esa
es la labor del poeta, poder generar estas ecuaciones que nos acercan más los
unos a los otros cuando descubrimos que todos somos iguales, todos somos uno.
¿Qué aspecto cambiarías de la poesía de
tu generación?
No sé qué es la poesía de mi generación. Creo que hay todo tipo de poetas en
todas las épocas, sin embargo las clasificaciones son importantes para los
libros de historia y entender generalidades. Si bien es cierto que actualmente,
en este mundo neoliberal, lo que está en voga son los poetas de instagram, los
poetweets, los slams de poesía y la poesía juvenil vendida en alta escala por
la mafia de las grandes editoriales, también creo que hay poetas que están
haciendo cosas interesantes y buscando nuevas formas. Yo no estoy en desacuerdo
con esos poetas de verso fácil y sentimentalismo digital, creo que son parte de
esta exploración a la que me refiero que debe hacer todo artista, hay que usar
las nuevas herramientas, probarlas y entonces encontrar nuevos lenguajes para
hacer que la poesía esté impregnada de libertad.
Selección poética
En la contraventana
Las golondrinas
vuelan desde la iglesia
vestidas de antiguo luto
y vienen a estrellarse
una y otra vez
en la contraventana
no han dejado de golpear
una y otra vez
las escucho dolerse
una y otra vez
aletean
golpean
chillan
sus alas se confunden
con la noche
y sus blancos pechos
se aplastan
una y otra vez
en la madera
Déjenme dormir
les queda luna
los árboles
el río
ya es tarde
mi soledad me espera
una y otra vez
para tenderme
en mi obscuridad
déjenme desvelarme
una y otra vez
sin tener miedo
que he quitado
los espejos
para no verme
una y otra vez
morir lentamente,
Las golondrinas
chillan
una y otra vez
quieren atravesar
la contra ventana
dentro, lloro
una y otra vez
¡van a morir
y yo quiero estar sola!
Testigo
Desde un balcón de nube,
expectante la luna miraba
y trepando desde el río
subiste, aire,
a mi pecho jaula.
Misterios de agua
cantaste a mi boca
y el pozo de mi garganta
atravesaste sin miedo.
Te tengo de cierto,
viento helado.
Te tengo atrapado
en un respiro de vida.
Amanecerá en el puente
y de mí te libero
con un suspiro de vida:
manumitido de mí
me llevas ligero.
Serás un respiro
que vivirá en el tiempo.
Lo sabe la luna,
que ha visto la muerte.
Alguna noche de mí
serás todo sin serlo.
Lo sabe el río
que todo se lleva.
Lo sabe el puente:
testigo implacable.
Arrullo
Arrullada por el aire
suspira la ciudad indómita.
Se avalancha la lluvia
sobre el lago fantasma
y el llanto ancenstral
de la montaña corre
por las venas entubadas:
arroyo perene que vuelve
a la anchura fina de la calle.
Eco de lluvia en la ventana
llanto diáfano del cielo.
Vuelven los ríos y los lagos
a la orilla invadida de cemento.
El árbol muerto en otro tiempo
sacude el otoño de otros años
en la calle irrumpida de tormenta
surca la vena fantasma de río.
¿Cuantás lluvias demanda la tierra
para curar las grietas
con un arrullo de aire?
Morir de tempertad
Se descose mi alma
en llanto seco.
Yo muero con los días
perforados de balas.
He sobrevivido tras la mordaza:
ilusión digital que calla
el canto de todos los pueblos.
Con la luna crezco y me levanto
al pie de la montaña vaciada de oro
que reta a morir de tempestad
ya estando muerta.
Antiguo soneto para
antigua guerra
A los niños nacidos entre fuegos
Caen
en casas caóticas balas
campo
que clama que llegue la calma
plomo
al soldado, con plomo los niños.
Escapa
el pasado, polvo que vuela
Hullen
las aves, avisan la muerte
tiembla
la tierra y el cielo estalla.
La
rabia mata, es bomba la que ladra
mordiendo
la vida nariz al piso.
Bombardeo
de llanto a borbotones
bocas
que callan, voz adormecida
por
el silencio trémulo del miedo.
El
silencio es vida si no se escucha.
No
se hulle de lo que ya no existe
la
tierra de escombros no es mi tierra
la
calle que no va, tampoco vuelve.
No
se puede olvidar lo que no nombra
el
inombrable temor que aquí nace
germina
lo infértil cuando se muere.
Ayari Lüders es originaria
de la Ciudad de México. En sus primeros años incursionó en el arte dramático
como actriz para la compañía Cesar Balcázar Producciones y en los talleres de
actuación de CADAC y la ENAT. Estudió la licenciatura en Ciencias de la
Comunicación en la Universidad del Valle de México, el Máster en Escritura
Creativa en la Universidad de Sevilla y el Diplomado para Escritores en la
escuela de la Sociedad General de Escritores de México. Sus poemas han sido
publicados en diferentes antologías y en revistas literarias. Actualmente
imparte talleres de redacción y teatro como también realiza actividades para la
difusión de la poesía mexicana.